Los padres ofrecemos a nuestros hijos lo mejor en todos los sentidos para verlos crecer y desarrollarse felices
Una vez más y como todos los años por estas fechas y en la esfera occidental, aunque también viene traspasada, volvemos a las luces, las decoraciones (algunos ni siquiera las retiraron de la anterior celebración), la copiosa comida realizando todo tipo de excesos, regalos, gasto, publicidad por activa y por pasiva, juguetes, consumo…
Abundancia, prosperidad, buenas intenciones, reencuentros, excelentes propósitos e intenciones de renovación y amor
Como en una pizarra mágica se borra o al menos se desea hacerlo, todo aquello que ha ido aconteciendo a lo largo del año, centrándose sólo alrededor del hecho crucial del nacimiento del Señor y lo que ello representa en principio, unión, vínculo, entrega, resurgir, perdón, paz y armonía desde el núcleo de la familia singular a la gran familia de la humanidad.
Voluntariamente se quieren ignorar problemas, carencias, escaseces, soñar en los milagros que cubrirán de satisfacción y dicha especialmente a los más pequeños, intentando por todos los medios que a ningún niño le falte un juguete, un dulce…al menos en estas fechas. Confiamos y trabajamos para que esto no sólo ocurra a lo largo de una semana sino en todas las restantes del año.
El alcance de estas festividades supera ampliamente las creencias religiosas, embriagándose del espíritu navideño un amplio número de personas aun no siendo practicantes del credo.
Como bien se sabe existen dos grandes partidos sin inscripciones ni registro en torno a la Navidad. El de por favor que pase rápida esta locura basado en varios motivos y argumentos, ya sea por tristeza, añoranza, nostalgia, diversa fe o filosofía de vida, ya por…y el otro partido sostenedor incondicional y que adora la celebración, preparándose para ella con antelación, ilusión, volcándose plenamente y disfrutándola en plenitud con los suyos así como con los extraños.
Cada uno de nuestros hijos es diferente aunque los hayamos tratado y educado igual
En la vida cotidiana emergen tantos frentes que resolver con los hijos, según la etapa que se hallen con diversidad de dificultades acordes con la edad que tengan. Resulta frecuente en las familias encontrarse con prole en diferentes fases vitales y llevar a cabo malabares en el intento de atender lo más adecuadamente a cada uno de sus hijos y según sus necesidades.
Sorprendente para muchos padres es el hecho que suelen repetir que “cómo es posible las actitudes y comportamientos tan opuestos de sus hijos siendo que ellos los han tratado y educado igual”. Precisamente en el conocimiento y aceptación de su singularidad consiste la clave para establecer la relación, comunicación y el desarrollo optimizado de las capacidades del menor.
Podemos hallarnos asistiendo a una entrañable comida familiar navideña ante una mesa plena y que no falta detalle de ningún tipo y que los niños, que son hermanos e hijos de los mismos padres tengan respuestas tan diversas e incluso contradictorias como que uno de ellos se entristezca, empatice y se solidarice reflexionando en todos aquellos niños y personas que no tienen ni para comer, mientras que el otro no sólo ni se le ocurra pensar remotamente en semejante tema sino que no valora en absoluto su estado de fortuna y bienestar además de tener pretensiones y exigencias.
Es obvio que los seres humanos somos en nuestra fase de crecimiento y desarrollo muy dependientes y que necesitamos condiciones de protección y cuidados físicos, alimentarios, médicos… básicos que si no se cumplen tienen serías consecuencias en la evolución de los menores. En el ámbito occidental en un alto porcentaje resultan satisfechas las necesidades elementales del menor e incluso se tiende a pensar que también las educativas ya que existe la escolarización, delegando la mayor responsabilidad precisamente al ámbito escolar. Si a lo largo del año es bastante habitual concederles a los hijos gratificaciones de tipo material, en las fechas navideñas se acentúa si cabe, bien sea Papá Noel o los Reyes o ambos.
Conocer a los hijos, cómo son y cómo están, cuáles son sus puntos fuertes, qué necesidades tienen
Entre tantos dones que gratifican todos los sentidos sería más que adecuado y generoso colocar en primer lugar el conocimiento auténtico de vuestros hijos.
Cómo son y cómo están, cuáles son sus puntos fuertes, qué necesidades tienen y cómo potenciar al máximo sus capacidades
Estamos habituados en nuestro mundo a movernos en un espacio informatizado y telematizado donde los juegos electrónicos son usuales. Una plataforma como díde, de forma muy sencilla, factible de realizar así como accesible, permite el conocimiento y la detección temprana, desde los dos años hasta los dieciocho, de nuestros niños y jóvenes de su situación, capacidades y posibles dificultades.
Desde el equipo díde os deseamos que las celebraciones navideñas os sean auténticas, plenas, compartidas con armonía y genuina afectividad así como la posibilidad de trescientos sesenta y cinco días por delante para crecer y evolucionar como seres humanos y poder ayudar y apoyar a vuestros hijos a lograrlo también.