Aunque la mayoría de los niños recibieron con mucha alegría la noticia de que podían salir a la calle, no todos han tenido la misma reacción tras seis semanas de encierro obligado por la pandemia de la Covid-19. En esos días han absorbido gran cantidad de información sobre el coronavirus, saben lo que es, cómo protegerse y por qué proteger a los más mayores y ahora que pueden salir, muchos no quieren, tienen miedo.
El miedo, que nace en nuestra “almendra” cerebral (la amígdala), corre por libre, ya sea el racional y coherente como el no tan deseado irracional. Es un innegable momento de adversidad y entre otros, recordaremos sólo un poco a los clásicos, para empezar, al gran poeta latino Horacio:
La adversidad tiene el don de despertar talentos que en la comodidad hubieran permanecido dormidos.
Si buscamos en el diccionario encontraremos que miedo, entre otras acepciones, es una sensación de angustia provocada por la presencia de un peligro real o imaginario, presente, futuro o incluso pasado, o también, la de un sentimiento de desconfianza que impulsa a creer que ocurrirá un hecho contrario a lo que se desea. Como emoción primaria que es, derivada de la aversión natural al riesgo y la amenaza ante lo desconocido, la adversidad, lo no controlable e imprevisible, el miedo se ceba en los humanos como aviso de alerta y supervivencia. Volviendo a los clásicos, recordaremos a Séneca:
No hay nadie menos afortunado que el hombre a quien la adversidad olvida, pues no tiene oportunidad de ponerse a prueba.
La amenaza se puede percibir hacia la vida, hacia la propia seguridad, la autoestima o el autoconcepto. Cuando gestionamos el miedo de forma funcional nos ayuda en la toma de decisiones de nuestras acciones y a saber cuánto estamos preparados para afrontarlas, pero una percepción de miedo elevado o con duración en el tiempo puede generar estados de ansiedad, tristeza, frustración y rabia.
Afrontar la adversidad y controlar el miedo
Mostrar fortaleza psicológica y valor es también ser conscientes de nuestro miedo y vulnerabilidad, desarrollando la capacidad de aceptar las situaciones adversas y difíciles, transitando con la flexibilidad de un junco, con calma y esperanza, realizando una gestión inteligente de nuestras emociones.
Tengamos presente que los adultos somos “los maestros” de nuestros niños, ellos nos observan y aprenden atentamente. Practiquemos el autocontrol, modulando nuestras reacciones, conozcamos y aceptemos nuestras emociones, alejando los pensamientos irracionales y las conductas de pánico. En los momentos más críticos tengamos presente nuestro sentido de la vida así como nuestros propósitos, recordemos el legado que nos dejó Viktor Frankl en su experiencia vital:
No hay nada en el mundo que capacite tanto a una persona para sobreponerse a las dificultades externas y a las limitaciones internas como la consciencia de tener una tarea en la vida.
Apertura mental, curiosidad y creatividad con un cambio de perspectiva para aceptar lo que ocurre a nuestro alrededor y también aceptar la incertidumbre, como dijo Séneca:
En la adversidad conviene muchas veces tomar un camino atrevido.
Importante saber dar y recibir ayuda. Ser fuerte no consiste en “aguantarse y resignarse”. La ayuda valiosa es la que se ofrece sin avasallar ni enjuiciar.
Gracias a esta circunstancia adversa tenemos una gran ocasión para profundizar el contacto y la relación con nuestros menores, reconocernos a nosotros y conocerlos mucho mejor a ellos y poder transmitirles valores y principios, desde la solidaridad, pasando por la creatividad, la generosidad, la empatía, la flexibilidad, el disfrute y la reconexión con las cosas sencillas.
El núcleo para ser resilientes nosotros y enseñárselo a los menores con un aprendizaje significativo empieza siempre con la máxima de conocerse a uno mismo, de saber adaptarse a los cambios, saber aceptar y no darse por vencidos, ser conscientes de que todos sufrimos y apoyarnos en nuestras fortalezas. Facilitémonos la tarea de conocer más objetivamente a nuestros menores.
Más que en el miedo, que aunque sea con el humor negro de Woody Allen:
El miedo es mi compañero más fiel, jamás me ha engañado para irse con otro.
no por ello deja de alertarnos, queremos centrarnos en la felicidad, cuya celebración curiosamente fue el 20 de marzo, y más concretamente tal como la definía Aristóteles:
La felicidad es una actividad del alma y sólo se alcanza cuando somos capaces de hacer algo bello o bueno.
Detectar las necesidades de los niños para ofrecerles la mejor ayuda
En estos días de estado de alarma han sido tantas las personas en diversos campos y profesiones, muchos anónimos, otros conocidos, que han hecho actos tan bellos y tan buenos por los que les estamos reconocidos y agradecidos. Y nosotros desde díde también queremos aportar algo bueno para la semilla de nuestro futuro, nuestros menores, por ello, se ha puesto a disposición de orientadores educativos y familias la aplicación díde
Para familias, con la versión dide familia, será gratuito hasta el 31 de mayo, y para profesionales con las versiones dide educación y dide salud, hasta el 31 de agosto.
A través de díde, (plataforma online de detección temprana de dificultades de niños/as de dos a dieciocho años, con metodología por observación sin la intervención de los menores), podemos hallar signos que detectan entre otros:
- Estado de ánimo ansioso
- Bajo estado de ánimo
- Baja tolerancia a la frustración
- Desobediencia
- Dificultad en la gestión de la ira
- Conducta dominante y egocéntrica
- Conducta negativista y desafiante
- Desadaptación escolar
- Desadaptación familiar
- Situaciones de acoso escolar
- Situaciones de ciberacoso
y otras tantas dificultades, hasta treinta y cinco que un día pudo todo empezar en un temor, en una inseguridad, en una incertidumbre, en una exigencia del niño de no fracasar ante las expectativas y que condujo a una merma en la autoestima entre otros inconvenientes.
De forma sencilla y no invasiva para nuestros niños, los padres y demás educadores pueden convertir en oportunidad la situación de confinamiento actual y aprovechar el mayor tiempo transcurrido con los menores pasando los cuestionarios online para obtener un perfil completo de las necesidades y estado de los menores en todos sus ámbitos.
Gracias al conocimiento y observación de los padres del menor así como la de los docentes, tutor y orientador del mismo, siempre siguiendo la misma metodología de observación, se puede lograr en este momento de “parada” adelantar procesos y saber cómo apoyar y atender al menor en su diversidad, afrontando lo que necesitan para su mayor bienestar. Como otros frentes en la existencia humana, tenemos que empezar por la piedra angular de conocerlos cómo son y cómo están.
Seamos partícipes del Efecto mariposa: “El simple aleteo de una mariposa puede cambiar el mundo”.